miércoles, 13 de octubre de 2010

Sangre por petróleo

Una política petrolera nacional y redistributiva debe ser el resultado de un gran acuerdo político y social de los colombianos en el marco de un sólido proceso de paz. Sólo de esta manera el petróleo dejará de ser la inyección de la explosión de la guerra y pasará a ser un importante recurso para la construcción de la paz.
En el Arauca petrolero, pese a la militarización con 7.000 hombres, los millones de dólares y la asesoría de militares y mercenarios del Imperio, la espiral de la guerra no se ha contraído, sino que por el contrario se ha expandido. Las guerrillas han logrado crecer y mantenerse militarmente, se combate a diario con muchos muertos, en su mayoría soldados, sin que apenas lo sepamos. La política de "seguridad democrática" persigue a civiles, los encarcela y los hace ver como guerrilleros. El paramilitarismo ha asesinado a más de 150 personas en el casco urbano del municipio de Tame durante este año.
Durante su visita a Arauca, AUV expresó que "ningún territorio está vedado para el Estado" y anunció las fumigaciones y la derrota militar de la guerrilla. Mientras se escuchaban sus palabras por televisión, Saravena se estremecía por el estallido de las granadas y de los cilindros bomba, el traqueteo de los fusiles llegaba desde las afueras del pueblo, tres torres de energía habían sido voladas y más colombianos derramaban su sangre, paradójicamente, por su petróleo. Mientras tanto, en las zonas rurales de Tame, Fortul y Saravena, se concluía un proyecto de exploración petrolera contratado por la multinacional española Repsol, en el bloque San Miguel - Capachos. ¿Una esperanza o una nueva tragedia?

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